Nutrición y cáncer durante la infancia.

Se estima que los niños que son diagnosticados con cáncer cada año en España se acercan a los 1.000 nuevos casos, siempre hablando de menores de 15 años. Si hablamos de una cifra aproximada a nivel mundial, la cifra aumenta a los 400.000 niños y adolescentes.

En este artículo veremos que relación tiene la nutrición con el cáncer en menores de edad, ya que el equilibrio nutricional es más inestable que en los adultos, especialmente debido a los problemas que producen los tumores y sus efectos secundarios.

En los niños y adolescentes mantener una correcta nutrición es fundamental para garantizar que los tratamientos sigan su curso y evitar que éstos provoquen malnutrición. Recordemos que la malnutrición favorece las recaídas y acorta la supervivencia pero además, los menores tienen mayores necesidades de nutrientes por encontrarse en pleno crecimiento, aumentando las complicaciones como las infecciones.

Los tipos de cáncer que suelen diagnosticarse en los menores de edad son diferentes a los adultos,  los más comunes son las leucemias, cánceres cerebrales, linfomas y tumores sólidos  (neuroblastoma o de Wilms). En los menores de edad, el cáncer no se puede prevenir ni detectar por cribados, la mayoría se pueden curar aunque son de progresión muy rápida y tienen buena respuesta a la quimioterapia, mejorando su evolución.

En el paciente infantil recién diagnosticado, la malnutrición aparece frecuentemente en un porcentaje similar a la de los adultos, es decir, alcanzando niveles altos de desnutrición inicial. Sin embargo, varía dependiendo de muchos factores, como el tipo de cáncer o características de cada persona, pero para hacernos una idea, los pacientes malnutridos llegan a alcanzar el 37,5% en fases avanzadas de la enfermedad metastásica o del 50% en el neuroblastoma en estadio IV.

Debemos entender que la malnutrición se relaciona a un aumento del riesgo de recaída en todo tipo de tumores, especialmente en los tumores sólidos (neuroblastoma o de Wilms), y reduce la supervivencia. Aunque no podemos confirmar que la malnutrición condicione, por sí misma, la supervivencia porque haga al paciente menos capaz de responder y resistir a los tratamientos médicos o si solo es una consecuencia de la agresividad de la enfermedad.

La malnutrición se produce por un desequilibrio entre el consumo y las necesidades en el que influye el propio tumor, su interacción con el paciente y, por las complicaciones del tratamiento, destacando los efectos secundarios en el sistema gastrointestinal (anorexia, náuseas, vómitos, diarrea, mucositis, íleo, alteración hepática).

Los factores que se asocian desarrollo de malnutrición dependen en muchas ocasiones del tratamiento médico. Con la quimioterapia al producir efectos secundarios gastrointestinales, sobre todo cuando se administra en ciclos frecuentes o intensivos o como acondicionamiento del trasplante de médula ósea. Con la radioterapia (especialmente cerebral o parameníngea, oronasofaríngea, esofágica, hepática, abdominal, pélvica, o corporal total) durante el trasplante de médula ósea. Con la cirugía (especialmente cerebral, oronasofaríngea, esofágica, hepática, abdominal mayor o pélvica). Y siempre determinado por la importancia y apoyo que el circulo familiar proporcione, siendo muy importante que los familiares a cargo entiendan los beneficios que presenta la nutrición durante el tratamiento de cáncer.

En esta imagen extraída de un artículo científico en el que se trata la malnutrición en los pacientes menores de edad podemos observar una clasificación de los tumores infantiles según el riesgo nutricional que han descubierto. Podemos ver como hay un alto riesgo de malnutrición en la mayoría de cánceres, siendo de especial importancia “los tumores que necesitan radioterapia y/o cirugía y que puedan afectar al aparato digestivo”, que son en su mayoría.

Las consecuencias de la malnutrición en el paciente menor de edad

La malnutrición se asocia con un aumento del riesgo de producirse infecciones, alterando la función de los órganos y sistemas (tracto digestivo, médula ósea, sistema inmune…), alteración el crecimiento del paciente, empeoramiento de la calidad de vida y estado emocional, pero en definitiva, reduciendo la supervivencia.

Cuando se diagnóstica el cáncer, los pacientes malnutridos tiene peor pronóstico que los que no lo están.

La malnutrición contribuye a reducir la tolerancia al tratamiento, por lo que es necesario ajustar o retrasar las dosis, produciendo cambios que no han sido previstos.

Los científicos han sugerido que el metabolismo de los pacientes malnutridos no actúa con la misma eficiencia que en los pacientes bien nutridos.

Cuando se valora el nivel nutricional de un niño o adolescente con cáncer no se tiene en cuenta que tienen cáncer, ya que se suele seguir el protocolo de valoración similar a cualquier otro paciente pediátrico. Este hecho es un problema para el propio paciente y para el correcto funcionamiento del tratamiento, ya que como dicen los expertos, se debería incluir protocolos de tratamientos enfocados a los cuidados nutricionales del niño con cáncer para mejorar su efectividad, siendo imprescindible realizar una valoración al diagnóstico y un seguimiento posterior por un profesional especializado.

¿Cuándo existe la necesidad de seguir un programa nutricional personalizado?

El niño o adolescente con cáncer malnutrido que necesita tratamiento nutricional suele ser:

  • Cuando existe una perdida de peso superior al 5%.

  • Cuando su relación peso/talla baja de los percentiles estandarizados (concretamente de 10) o al 90% de la media, con una talla superior al percentil 5.

  • Cuando la albúmina sérica es menor a 3,2 mg/dl,

  • cuando el área de grasa del brazo o del pliegue subescapular en el niño menor de un año es inferior al percentil estandarizado.

  • Cuando el percentil actual de peso o talla es inferior al previo.

  • Cuando nos encontramos con un niño / adolescente bien nutrido y existen alteraciones funcionales digestivas o consumo de alimentos inferior al 80% de las necesidades estimadas durante más de cinco días.

    ¿Cuáles serán los objetivos según el estado nutricional?

En el niño o adolescente malnutrido, se necesita conseguir reestablecer los niveles saludables nutricionales y continuar con el soporte y la vigilancia hasta finalizar los tratamientos médicos que pudieran de nuevo producirle malnutrición. La “rehabilitación nutricional” pretende conseguir un peso actual similar al ideal para su edad y peso, un área grasa del brazo adecuado a los niveles percentiles estandarizados y unos niveles de albúmina sérica mayores a 3,2 mg/dl.

En el niño o adolescente con peso adecuado, se busca prevenir la malnutrición y mantener los niveles normales de velocidad de crecimiento, de reservas de grasa y de proteínas séricas.

En el niño o adolescente con sobrepeso, se busca mantenerse el peso, sin reducir el exceso ya que se normalizará en relación a la talla si continúa el crecimiento lineal y permanecen normales las proteínas séricas y los factores de crecimiento. Aunque parezca que un paciente obeso no necesita del control de un nutricionista no podemos olvidar que la propia enfermedad produce alteración del metabolismo y el tratamiento médico efectos secundarios que producirán cambios muy rápidos que pueden descontrolarse y pasar de obesidad a malnutrición en cuestión de muy poco tiempo.

¿Cuándo se utilizará la alimentación oral, nutrición enteral y parenteral en los niños o adolescentes con cáncer?

Pueden utilizarse de forma aislada o combinada, dependerá de las decisiones del equipo médico, aunque siempre se desaconseja utilizar la nutrición enteral o parental en casos en los que no es estrictamente necesario. El soporte nutricional es individualizado y siempre lo menos agresivo posible.

Conforme aumenta la complejidad de los tratamientos también lo hace la necesidad de soporte nutricional, por eso es muy importante retrasar la aportación enteral o parental utilizando desde el inicio un correcto programa nutricional controlado y especializado. Durante la alimentación oral se debe potencial la educación nutricional de la familia y del paciente, tener en cuenta el consejo dietético del nutricionista para hacer frente a los períodos de intensa anorexia, seguir los gustos cambiantes del niño y evitar el rechazo de alimentos para conseguir la correcta alimentación.

En casos concretos y según las necesidades se pueden añadir suplementos dietéticos como fuente concentrada de energía y nutrientes. Para evitar el desarrollo de rechazos en alimentos se recomienda que el niño o adolescente no consuma solo sus alimentos favoritos, y en especial los de mayor riqueza en proteínas, inmediatamente antes de la administración de quimioterapia, así como los productos dietéticos ofrecidos como suplementos.

Finalmente, entre las recomendaciones finales para prevenir el deterioro nutricional y la malnutrición, evitando la anorexia, es frecuente ofrecer los líquidos fuera de las comidas, disminuyendo la cantidad de alimentos. Evitar bebidas acalóricas (infusiones) o de bajo valor nutricional (refrescos). Siempre debemos de prestar atención al factor nutricional como un factor modificable y que produce un claro beneficio para la lucha contra la enfermedad.

Las recomendaciones y datos incluidos en este blog no pretenden sustituir los consejos de su médico y/o nutricionista clínico. El autor (Joan Zamora) no se responsabiliza de las posibles consecuencias de la mala aplicación de esta información. La recomendación del autor es que usted acuda a un profesional sanitario cualificado. Los únicos profesionales cualificados para proporcionar programas dietéticos nutricionales son los propios graduados / diplomados universitarios en nutrición humana y dietética y el médico especialista endocrino. Cualquier otro profesional sanitario o persona que le diga lo contrario realiza intrusismo y carece de los conocimientos necesarios. Le recomiendo que no ponga en peligro su salud ni su confianza, apoye la nutrición personalizada y de calidad.

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